El líquido amniótico cumple varias misiones fundamentales durante el embarazo:
- Protege al bebé de las lesiones externas al amortiguar golpes. También evita que le dañe la presión ejercida por los propios órganos de la madre.
- Mantiene al feto a una temperatura constante: haga frío o calor en el mundo exterior, el líquido amniótico se mantiene siempre a la misma temperatura, la que tiene la madre.
- Gracias a él, el bebé se mueve como un auténtico “pez en el agua”. Además de permitir el movimiento libre del feto, favorece un desarrollo músculo-esquelético simétrico.
- Interviene en el desarrollo apropiado de los pulmones: se sabe que cuando la cantidad de líquido es insuficiente, los pulmones no se forman bien. Para que el recién nacido respire tras el nacimiento es necesario que los pulmones hayan madurado adecuadamente durante la gestación.
- Protege al bebé de infecciones. Tiene unas enzimas que son antibactericidas, es decir, luchan contra las bacterias que pueden dañar al feto y además proporciona inmunoglobulinas al bebé para reforzar su sistema inmunitario.
- Facilita el parto porque se encarga de preparar sustancias oxitócicas que inducen las contracciones para acelerar el nacimiento del bebé.
- Le alimenta. Aunque los nutrientes le llegan a través de la placenta y del cordón umbilical. Mediante los traguitos que da el bebé al líquido amniótico le llegan iones y proteínas. De hecho, hasta el 10 por ciento de las necesidades proteicas del bebé se cubren con el líquido amniótico.