El embarazo no solo transforma el cuerpo, también afecta a las emociones más profundas. A lo largo de la gestación se experimenta un aluvión de sensaciones nuevas. La excitación que causa la llegada de un hijo se mezcla con el temor de que algo no salga bien, sobre todo si se vive por primera vez.
Cambios emocionales en el primer trimestre de embarazo
Es frecuente que uno de los primeros síntomas de embarazo sea una marcada inestabilidad afectiva. Muchas mujeres se sienten agotadas y con la sensibilidad a flor de piel. El crecimiento del feto es regulado por la progesterona y los estrógenos, dos hormonas que influyen sobre la salud y el estado de ánimo. El impacto de las hormonas del embarazo se deja notar en el cerebro, por ello es normal llorar por cualquier motivo o tener cambios de humor frecuentes.
Los cambios emocionales se acusan más si el embarazo es inesperado, ya que hay que asimilar la noticia. Además, los sentimientos contradictorios pueden empeorar los síntomas físicos.
Cambios emocionales en el segundo trimestre de embarazo
Una vez que han remitido las náuseas y la noticia del embarazo suele estar asimilada, los elevados niveles de progesterona provocan una sensación de plenitud y bienestar emocional, y el aumento de estrógenos mejora la vida sexual. La mujer embarazada percibe las primeras patadas del bebé y, al verlo con detalle en la ecografía de las 20 semanas, aumenta su ilusión y optimismo. La comunicación con el bebé es continua. Para algunas mujeres es la mejor etapa de su vida.
La futura madre se centra tanto en sus sensaciones internas que se vuelve más despistada, y en algunos casos, estos despistes, llegan a parecer verdaderas pérdidas de memoria. Esto es algo pasajero.
Cambios emocionales en el tercer trimestre de embarazo
La mayoría de las mujeres embarazadas se siente invadidas por un sentimiento de afiliación con otras embarazadas. Se hacen amigas de las compañeras de preparación al parto y se produce un cierto hermanamiento, similar a los tiempos de infancia. Esto viene muy bien, ya que crear una red de apoyo social con otras madres previene el temido aislamiento en el posparto.
La preocupación por el parto y las dudas sobre los cambios que traerá el nacimiento en la vida de la pareja son normales. Eso sí, ahora es muy importante evitar el estrés (causa de la mitad de los casos de partos prematuros).
Conforme se acerca la fecha del parto, algunas mujeres sienten un ansia tremenda por limpiar la casa o planchar toda la ropa del bebé. Es el síndrome del nido, una señal de que el parto está cerca, que se relaciona con el descenso de la progesterona y el aumento de la oxitocina, la hormona que producirá las contracciones.
A pesar de todos los miedos, cuando llega el momento del parto la mayoría de las mujeres están tranquilas y confiadas, con la seguridad de que su cuerpo está preparado para el nacimiento.