Cuando el bebé se prepara para su nacimiento y se encaja cabeza abajo en la pelvis, puedes notar que la presión sobre tus costillas, tus pulmones y tu estómago disminuye, aliviando así algunos de los síntomas desagradables del embarazo.
Con el bebé encajado en la pelvis, serás capaz de comer sin sentirte demasiado llena, respirar con mayor facilidad y experimentar menos acidez. Además, debido a que tu bebé está por debajo de tu caja torácica, es posible que ya no sientas sus dolorosas patadas en las costillas.
Pero no todo son alivios, otros síntomas suelen empeorar una vez que el bebé cambia su posición y se queda encajado cabeza abajo:
Aumenta la presión sobre tu vejiga, lo que hace que tengas que orinar más a menudo y hace que sea más difícil dormir por la noche al despertarte varias veces para ir al baño.
Caminar se vuelve molesto debido al aumento de la presión sobre la pelvis y el dolor en esta zona y en el periné aumenta. Puedes, incluso, sentir que tu bebé podría salir en cualquier momento.
A partir del momento en el que el bebé se encaja en tu pelvis, notarás que sus movimientos disminuyen. Esto se debe a que el espacio del que dispone para moverse es más reducido y además, ya ha crecido demasiado para poder voltearse y patear como solía hacerlo.
Al final de embarazo, más del 95% de los bebés que han adoptado esta posición se mantienen así hasta su nacimiento.