Las normas de seguridad actuales y el riesgo de accidentes prácticamente nulo, hacen que el avión sea el medio de transporte más apropiado para viajar embarazada. Además, raras veces se producen “baches”, gracias a las tecnologías y al hecho de que se viaja a mucha altura.
En el momento de facturar, conviene avisar de que estás embarazada, con el fin de obtener una butaca de pasillo (que te permitirá alargar algo más las piernas y estirarte de vez en cuando). Aparte, tienes que procurar ser de las primeras personas en subir al avión para evitar hacer cola. En el caso de que se trate de un viaje largo, es mejor ponerte medias elásticas, para evitar que las piernas se te hinchen.
Muchas compañías aconsejan no volar durante los siete días antes de la fecha prevista para el parto ni durante los siete días posteriores. De todos modos, si es necesario que viajes durante este período, conviene enviar un certificado médico en el momento de reservar los billetes, con el fin de que la compañía pueda tomar las medidas pertinentes para hacer que el vuelo resulte lo más cómodo posible.
El único problema de viajar en avión durante el embarazo, es cuando se hace un vuelo intercontinental, es decir, la dificultad que tiene tu organismo para adaptarse en pocas horas al cambio horario. Tus ritmos se alteran y se te hace difícil dormir por la noche, por lo que, durante el día, experimentas somnolencia y nerviosismo. Para atenuar este trastorno, procura descansar un par de horas al llegar al destino, aunque no sea de noche.