La noticia de un embarazo puede traer muchas alegrías y a la vez muchos miedos, entre ellos está el de la conocida prueba de la amniocentesis. Es una prueba que preocupa mucho a los futuros padres, a pesar de que su función es localizar a tiempo problemas fetales para poder solucionarlos con más eficacia.
¿En qué casos se manda hacer una amniocentesis?
Es apropiado realizarla en diferentes situaciones, por ejemplo, si existe un riesgo significativo de que el bebé tenga una anomalía cromosómica, principalmente si se trata de una trisomía 13, 18 o 21*.
Anteriormente la amniocentesis se realizaba generalmente a mujeres de 38 años en adelante, pero se dio el caso de que la mayoría de niños que habían nacido con trisomía 21, eran de madres de a partir de los 35 años. Este hecho ha causado que ahora se realicen pruebas para evaluar el riesgo de que ocurran problemas de este tipo y, si es necesario, se prescribirá una amniocentesis a la futura mamá.
Evaluación del riesgo de anomalías cromosómicas
Para esta evaluación se tienen en cuenta tres parámetros:
- El tamaño del cuello del feto: medido en la ecografía del primer trimestre, entre la semana 11 y 14 de gestación. Será un valor llamativo si mide más de 3 mm.
- La determinación de dos marcadores séricos (realizado a partir de una dosis de hormonas secretadas por la placenta que pasan luego a la sangre de la madre): una anomalía en la determinación de estos marcadores aumenta el riesgo de tener trisomía 21.
- La edad de la madre.
Los médicos tomarán en cuenta estos valores de forma global. Si la tasa es superior a 1/150 , será aconsejada una amniocentesis.
* La trisomía 21 es el nombre científico que se le da al síndrome de down. Las trisomías 13 y 18 se caracterizan por provocar lesiones graves de corazón, del sistema digestivo y cerebral, así como una esperanza de vida al nacer de menos de 3 años.