Se sabe poco de sus sabores preferidos, pero sí se ha visto cómo chupetea o succiona con mucha frecuencia y cómo traga líquido amniótico sin parar a partir de su segundo mes de desarrollo. Un mes más tarde, su sentido del gusto parece estar ya muy desarrollado. Si percibe un sabor dulce en el líquido amniótico, acelera los movimientos de deglución, mientras que si el sabor es amargo, deja de tragar en el acto.
El olfato es un sentido muy importante para la supervivencia del bebé, muy relacionado con el gusto, y que el cerebro interpreta de forma similar. Gracias al olfato, el recién nacido encuentra el pecho de su mamá. Como ocurre con los sabores, a partir de la semana 12 de embarazo el feto se familiariza con los olores procedentes de los alimentos y las sustancias que consume la madre, y que serán los que también impregnarán la leche materna.
Yo no sé sobre los olores, pero con respecto a los sabores puedo confirmar que el dulce les fascina, pues en mis embarazos, cuando llevaba unas horitas sin sentirles y quería espabilarles, me comía un riquísimo sandwich de crema de cacao “Nocilla” (sé que no es lo recomendable, pero…) y comenzaban a patalear como locos.