Los investigadores estadounidenses aseguran que los bebés son capaces de registrar los sabores y olores aún cuando están dentro del vientre materno, así que, cuando sean mayores preferirán los alimentos que ya conocen por su madre, o sea, los que ingirieron durante el embarazo.
Es decir, si una mujer durante embarazo y lactancia bebe alcohol, su hijo puede ser más atraído al alcohol porque el feto en desarrollo “considera” que todo lo que proviene de su madre es seguro.
En cambio, si la mujer come alimentos saludables, el niño también preferirá comida sana.
Según la autora de la investigación Josephine Todrank, los resultados de los estudios tendrán implicaciones importantes en la salud pública, en primer lugar, porque el mejoramiento de las formas de alimentación de la madre repercute en forma directa en la salud de los niños desde su gestación.