Cuando una mujer que trabaja fuera de casa, sobre todo si ha cumplido los 30, tiene el deseo de quedarse embarazada, sentirá alguna inquietud acerca de cómo combinar hijos y trabajo. Ésta ya es una actitud materna.
Si el siglo que acabamos de dejar viene marcado por la incorporación de la mujer al trabajo, el próximo será el del afianzamiento en la conquista de nuevos logros: no hay vuelta atrás en este proceso.
La clave para resolver esta inquietud es la aparición de un nuevo estilo materno que desarrolle y mantenga el apego entre madre e hijo. Crear un vínculo que fomente la sensación de seguridad del niño y le prepare para la separación diaria de la madre, a la vez que permita a la madre y al niño sacar el máximo partido del tiempo que pasan juntos. Es la calidad y no la cantidad de tiempo lo primordial en esta relación.
Como el cuidado de un niño conlleva gran cantidad de cuestiones prácticas por resolver, conviene que las futuras madres tengan el apoyo necesario para no sentirse sobrecargadas. Cobran mucha importancia los padres, abuelos, así como las guarderías o niñeras.
Las futuras madres del siglo XXI seguirán abriendo nuevos horizontes y probablemente consigan favorecer que sus hijos sean más autónomos e independientes.