Durante el embarazo, la exposición a ruidos fuertes puede aumentar el riesgo de problemas de audición y otros problemas de salud, no sólo para ti, sino también para tu bebé.
Los ruidos fuertes pueden provenir de muchas fuentes, incluyendo motores de avión, conciertos de rock, el ruido asociado a tu puesto de trabajo o la radio del coche con un volumen alto.
Evitar los ruidos fuertes no significa necesariamente que debas permanecer en un entorno completamente silencioso. La exposición a sonidos suaves, como la estimulación prenatal con música, es muy beneficioso para tu bebé.
Audición Fetal
El oído de tu bebé está completamente desarrollado a las 24 semanas de gestación. A partir de esta semana, el oído del bebé puede transmitir los sonidos al cerebro para su procesamiento. En algún momento entre las 27 y las 30 semanas de gestación, el feto comienza a responder a los sonidos fuera del vientre materno.
Sonidos amortiguados
En la mayoría de los casos, incluso los sonidos que pueden parecer fuertes para ti, pueden ser amortiguados dentro del vientre materno.
Las paredes del útero, la grasa y el músculo en la cavidad abdominal, amortiguan las ondas de sonido y reducen su volumen antes de que lleguen a los oídos de tu bebé.
El líquido amniótico llena el oído interno, impidiendo que el tímpano amplifique los sonidos fuertes, y por el contrario, el líquido amniótico también amplifica los sonidos de baja frecuencia ligeramente.
Impacto de los ruidos fuertes en tu bebé
La exposición continua a sonidos fuertes (más de 100 decibeles, aquí tienes una tabla de decibeles para orientarte), puede aumentar el riesgo de que tu bebé tenga problemas auditivos.
También puede aumentar las probabilidades de dar a luz prematuramente y de tener un bebé con bajo peso al nacer.
Una exposición ocasional a sonidos en el rango de 150 a 155 decibeles o más, por ejemplo: el despegue de un avión a reacción, puede provocar problemas similares.
Un fuerte ruido repentino también puede asustar a tu bebé, causándole un aumento de su actividad poco después de haber percibido el sonido.
Mientras que los sonidos excesivamente fuertes pueden, potencialmente, causar daño a tu bebé, los sonidos más débiles y suaves podrían proporcionarle muchos beneficios.
La exposición a música agradable (a un nivel de 70 decibeles o inferior) puede tranquilizarte a ti y calmar a tu bebé. Evita la música muy alta, ya que los estudios han demostrado cambios en la estructura del cerebro cuando los bebés en el útero están expuestos a este tipo de música.