Una buena nutrición es especialmente importante durante el embarazo si padeces diabetes gestacional. La diabetes se desarrolla cuando el cuerpo de manera eficiente no puede producir o utilizar la insulina, una hormona producida por el páncreas que permite a las células convertir el azúcar en la sangre (la glucosa) en combustible útil (energía).
Cuando grandes cantidades de glucosa se acumulan en la sangre, significa que tus células no están recibiendo el combustible que necesitan. Un nivel alto de azúcar en la sangre puede ser perjudicial para ti y tu bebé en desarrollo, por lo que es importante tratar de controlarlo.
Una manera de mantener tus niveles de azúcar en la sangre bajo control es seguir un plan específico de alimentación. Te aconsejo que acudas a un dietista que pueda crear una dieta especialmente adecuada para ti, basada en: tu estado de gestación, tu peso, altura, actividad física, así como tu nivel de intolerancia a la glucosa. El dietista también va a tener en cuenta tus preferencias alimenticias personales.
(Nota: Si los cambios en la dieta no son suficientes para mantener el azúcar en sangre en un nivel saludable, necesitarás tomar insulina; en tal caso, si tu médico te receta inyecciones de insulina, tendrás que volver a reunirte con tu dietista para reevaluar tu dieta.)
Un dietista comienza por determinar cuántas calorías necesitas cada día. Luego te enseña a determinar los tamaños de las porciones y cómo equilibrar tus comidas con la cantidad adecuada de proteínas, carbohidratos y grasas. También evalúa tus hábitos alimenticios actuales para asegurarse de que estás recibiendo suficientes vitaminas y minerales.
Aquí tienes algunas pautas dietéticas generales:
- Toma alimentos variados, distribuye las calorías y carbohidratos de manera uniforme durante todo el día. Asegúrate de que tanto tus comidas y los aperitivos son equilibrados. Es recomendable hacer tres comidas pequeñas y de tamaño moderado y aperitivos dos-cuatro cada día.
- Tu dieta puede contener menos hidratos de carbono de lo que normalmente comes. Es mejor incluir carbohidratos complejos (los que contienen más fibra). Puedes unir proteínas magras con carbohidratos en todas las comidas y meriendas. La proteína ayuda a que te sientas más llena, mantengas la energía, y que tengas un mejor control del azúcar en la sangre.
- No te saltes las comidas. Tu azúcar en la sangre permanecerá más estable si la comida se distribuye uniformemente durante todo el día.
- Toma un buen desayuno. Para mantener tu nivel de azúcar en un rango saludable, puede que tengas que limitar los hidratos de carbono (pan, cereales, frutas, y leche), aumentar las proteínas (huevos, queso, mantequilla de maní, nueces), debes evitar la fruta y el zumo por completo.
- Incluye alimentos ricos en fibra, como frutas y verduras frescas, panes integrales, cereales, guisantes secos, habas y otras legumbres. Estos alimentos se descomponen y se absorben más lentamente que los carbohidratos simples, y pueden ayudarte a que tus niveles de azúcar no aumenten demasiado después de las comidas.
- Limita tu consumo de alimentos y bebidas que contengan azúcares simples, como refrescos, zumos de frutas, bebidas azucaradas y la mayoría de los postres. Estos alimentos pueden elevar rápidamente el nivel de azúcar en la sangre. Pregunta a tu médico sobre el uso de edulcorantes artificiales si necesitas endulzar algún alimento o bebida.
- La leche es rica en lactosa, un azúcar simple, así que puedes que tengas que limitar su consumo y encontrar una fuente alternativa de calcio.
El aumento moderado de tu nivel de actividad física es también una buena manera de ayudarte a mantener tus niveles de glucosa en sangre en rangos normales. Una vez más, habla con tu médico o dietista sobre la cantidad y la intensidad del ejercicio que deberías realizar.