El momento de la ecografía es uno de los más emocionantes para lo padres. Ver (o adivinar) la carita de su futuro bebé, o simplemente escuchar el latido de su corazón, les proporciona tranquilidad y la sensación de que el pequeño es algo real que está ahí dentro.
Últimamente se han puesto muy de moda las ecografías en 3D y 4D (que viene a ser una 3D con movimiento), porque permiten visualizar los rasgos faciales de forma muy cercana a la realidad, así como otras partes del cuerpo del feto.
Lo ideal es realizar la ecografía en 3D y 4D entre las semanas 24 y 30 de embarazo, cuando la relación entre el volumen del feto y la cantidad de líquido amniótico permite obtener imágenes que puedan entenderse.
En la sanidad pública se usa para completar estudios en fetos con malformaciones, y en algunos centros ya se realizan en el segundo o tercer trimestre. En la privada se hacen más, pero hay que pagarlas. No obstante, según los especialistas, en un embarazo normal las ecografías en 3D y 4D no dan mucha más información que las tradicionales y salen bastante más caras.