En los días siguientes al parto, tu euforia inicial puede convertirse en agobio, preocupación, tristeza y apatía. En este cambio de ánimo influyen varios factores. Por un lado, en el posparto, el nivel de hormonas baja bruscamente y tu organismo necesita un tiempo para recuperar la normalidad. Además, debes adaptarte a tu papel de madre y esto lleva un tiempo. Lo habitual es que este estado anímico de melancolía, que en inglés recibe el nombre de “baby blues” haya remitido a los 10 días del parto. Pero no es una verdadera depresión.
Si no ocurre así y tienes síntomas más fuertes (falta de ganas de vivir, pérdida de peso y apetito, poco interés por el bebé…), entonces sí se podría considerar la existencia de una depresión posparto que requeriría un tratamiento especializado.
La ayuda familiar resulta primordial para que puedas disfrutar de un tiempo de descanso diario y superar las dificultades.