Si hace unos años se hubiera hablado de la posibilidad de ver, con total nitidez, los rasgos del feto durante su estancia intrauterina o, incluso, de observar sus muecas, sus gestos y sus movimientos, nos hubiera parecido ciencia ficción. Sin embargo, la técnica de las ecografías en 3D y 4D, lo hace posible. ¿Quieres saber todo lo que te ofrece esta prueba?
¿Por qué son distintas?
La tradicional ecografía en 2D, que es la que se realiza por protocolo 3 veces, al menos, durante el embarazo, tiene un fin claramente médico. Es decir, se hace como parte de las pruebas de diagnóstico prenatal para confirmar que la evolución y el desarrollo del feto son los adecuados. Este tipo de ecografías son en blanco y negro y ofrecen una imagen “plana”, como las fotografías. Así, aunque el médico se esfuerce por hacernos ver tal o cual órgano del bebé, a la mayoría de los padres les resulta muy complicado distinguirlo.
Ahora bien, las ecografías en 3D y 4D ofrecen dos variables más: el volumen y el tiempo. De este modo, puede verse al feto con una apariencia mucho más humana. Gracias a ellas, y sobre todo a esa cuarta dimensión (el tiempo real), se observa lo que hace el feto, y contemplamos si está jugando, bostezando, moviendo las piernas… Es, en definitiva, el primer contacto que tienen los padres con la vida real y habitual de su hijo durante sus nueve meses de vida intrauterina.
¿Cómo se hacen? ¿Son peligrosas?
Las ecografías en 3D y 4D se hacen de la misma forma que la de dos dimensiones. Se necesita un ecógrafo, una sonda, que se desliza sobre la tripa de la madre, y un gel conductor que es el que transmite los ultrasonidos en imagen. No es, por tanto, una prueba invasiva en absoluto, a pesar de la espectacularidad de sus resultados, y el niño no sufre ningún daño por someterse a ella (al igual que sucede con la ecografía tradicional).
En cuanto a la madre, no necesita ninguna preparación especial, aunque, se recomienda únicamente que no se apliquen crema hidratante o aceites en la barriga durante dos días antes.
¿Se ve bien siempre al niño?
El feto se mueve, al igual que nosotros, y no siempre ofrece su mejor imagen cuando la madre acude a hacerse la ecografía en 3D y 4D. Puede suceder que estorbe el cordón umbilical, porque esté situado delante de su carita, o la placenta, porque el niño la use como almohada, y entonces no se puede observar bien. También si el bebé mira hacia el ombligo o si tiene las piernas o los pies delante del rostro es difícil verlo hasta que no rote. Por ello, se aconseja a la madre que tome algo azucarado, como un zumo, pues así es más probable que el feto se active y cambie de posición.
¿Cuándo se hacen?
Aunque hay algunos padres que realizan varias ecografías en 3D y 4D durante el embarazo para comprobar la evolución de su pequeño, no es lo frecuente, por lo que conviene elegir el mejor momento.
Semanas 22 a 23: Es el momento idóneo para ver al niño de cuerpo entero, pues más adelante es más difícil poderlo captar así.
Semanas 27 a 29: Son ideales si lo que se busca es observarle la carita con detalle y ver cómo gesticula.
No se recomienda hacer esta ecografía más allá de la semana 30, pues el bebé cada vez es más grande y queda menos líquido amniótico, por lo que aumenta la complicación para conseguir buenas imágenes.